Hay una frágil línea entre un tótum revolutum y el interior de tu nevera. Llega el fin de semana y dices que le vas a dedicar tiempo y a ordenar la nevera como se debe… pero la rutina te puede y acabas no haciéndolo.
Que no cunda el pánico porque aunque pueda parecer largo y farragoso, no es una tarea tan complicada. Si sigues estos consejos tendrás tu nevera lista y ordenadita en menos de lo que piensas. Vamos con ello.
Los básicos
La parte más fría de la nevera es la que está al lado del congelador. Ahí, los alimentos más frescos: carne, pescado.. Todo lo demás, para arriba.
Si no quieres acabar tirando comida porque no recuerdas exactamente cuándo la cocinaste y no le ves mal aspecto pero tampoco estás seguro, ten un rotulador siempre a mano en la cocina: con él podrás escribir en el envase la fecha en la que cocinaste el alimento.
Lo que caduca antes, delante del resto: así no se quedará nada atrás.
Los tuppers están muy bien para la nevera sin embargo, a veces metemos alimentos en bolsas de plástico, las de congelar por ejemplo, y no es la mejor idea para la nevera porque puede producirse condensación de agua en el interior.
No amontones los alimentos: deja espacio entre ellos para que circule el aire frío de la nevera.
¿Cómo ordenar?
Como te decíamos, las baldas de arriba son las menos frías de la nevera. Ahí pueden ir los huevos, los lácteos… En las baldas del medio puedes colocar los tupers de comida preparada, los embutidos, el queso…
¿Y en la puerta de la nevera? Lógicamente, es la zona más cálida por el simple hecho de abrirla así que ahí deben ir las mantequillas, mermeladas, bebidas…
En la zona de abajo, la inmediata al congelador, todo lo que sea fresco: carne, pescado… Además, como están sin cocinar pueden liberar jugos con lo cual es el sitio más recomendable que evitará que esos líquidos caigan sobre el resto de alimentos. En esa zona también suele haber cajones destinados a frutas y verduras. Ojo que no todas las frutas deben ir a la nevera: los tomates han de quedarse fuera, también el aguacate, el plátano, el melón sin abrir, la sandía…
Y un último elemento de seguridad alimentaria: si consumes atún en lata y no te lo acabas de una sentada, no metas ese atún en su lata en la nevera, mejor, cámbialo a un tupper de plástico pero nunca en su lata de origen porque, con la humedad, la lata podría oxidarse y pasar al alimento, con el consiguiente riesgo para tu salud.
Fuente : Idealista